Se llamó repúblicas de la Unión Soviética a las repúblicas socialistas soviéticas que conformaban constitucionalmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su cantidad de pueblos varió a lo largo de los 69 años de existencia de la URSS, quedando establecida en 15 en sus décadas finales de existencia. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 todas las repúblicas se independizaron, pasando 12 de ellas a conformar lo que hoy en día es la Comunidad de Estados Independientes.
Como federación que era la Unión Soviética de acuerdo a la Constitución y el Tratado de la Unión, las repúblicas federadas gozaban de una amplia autonomía para su administración interna. Cada una de ellas poseía su propio Partido Comunista, con la excepción de la República Socialista Federativa Soviética Rusa. Cada república poseía además su propia bandera, escudo e himno. Todas las banderas y escudos tenían la hoz y martillo, símbolo del comunismo, y predominante color rojo. Los himnos tratan asuntos como la amistad fraternal entre los habitantes de las repúblicas, un futuro brillante y el homenaje a Vladimir Lenin, ideólogo de la Revolución de Octubre y primer gobernante soviético.
El carácter federal de la Unión y la autonomía de las repúblicas federadas convivían con un fuerte poder central que resultaba elemental para su cohesión. La pérdida de poder del gobierno central durante el mandato de Mijaíl Gorbachov y el consiguiente fortalecimiento frente al mismo de las repúblicas es considerado uno de los factores causantes de la disolución de la URSS. De acuerdo con el artículo 72 de la Constitución Soviética de 1977, cada república mantenía el derecho a la secesión. Durante la crisis política de 1991 Rusia, Ucrania y Bielorrusia la utilizaron para disolver legalmente la Unión.
Junto con la cadena de la administración estatal existía la estructura paralela del Partido, que estaba estructurado del mismo modo federal y le permitía ejercer un considerable nivel de influencia sobre los órganos de poder en todos los niveles. Organismos administrativos del Estado tomaban órdenes directas del Partido y la aprobación de distintos funcionarios estatales de alto nivel requería la aprobación de sus organismos centrales. Una práctica general era que la posición de jefe de Estado en una república federada fuera un oficial local, mientras la posición de Secretario General del Partido Comunista local fuera de un ciudadano de otra república.
Como federación que era la Unión Soviética de acuerdo a la Constitución y el Tratado de la Unión, las repúblicas federadas gozaban de una amplia autonomía para su administración interna. Cada una de ellas poseía su propio Partido Comunista, con la excepción de la República Socialista Federativa Soviética Rusa. Cada república poseía además su propia bandera, escudo e himno. Todas las banderas y escudos tenían la hoz y martillo, símbolo del comunismo, y predominante color rojo. Los himnos tratan asuntos como la amistad fraternal entre los habitantes de las repúblicas, un futuro brillante y el homenaje a Vladimir Lenin, ideólogo de la Revolución de Octubre y primer gobernante soviético.
El carácter federal de la Unión y la autonomía de las repúblicas federadas convivían con un fuerte poder central que resultaba elemental para su cohesión. La pérdida de poder del gobierno central durante el mandato de Mijaíl Gorbachov y el consiguiente fortalecimiento frente al mismo de las repúblicas es considerado uno de los factores causantes de la disolución de la URSS. De acuerdo con el artículo 72 de la Constitución Soviética de 1977, cada república mantenía el derecho a la secesión. Durante la crisis política de 1991 Rusia, Ucrania y Bielorrusia la utilizaron para disolver legalmente la Unión.
Junto con la cadena de la administración estatal existía la estructura paralela del Partido, que estaba estructurado del mismo modo federal y le permitía ejercer un considerable nivel de influencia sobre los órganos de poder en todos los niveles. Organismos administrativos del Estado tomaban órdenes directas del Partido y la aprobación de distintos funcionarios estatales de alto nivel requería la aprobación de sus organismos centrales. Una práctica general era que la posición de jefe de Estado en una república federada fuera un oficial local, mientras la posición de Secretario General del Partido Comunista local fuera de un ciudadano de otra república.
1991 Disolución de la URSS